Escrito por Daniela Wechselblatt, CFA

En el lapso de 5 meses la tasa del bono del tesoro americano a 10 años paso de 2.034% a 2.926%, alcanzando el máximo la semana pasada. Se trata de una suba de 90 puntos básicos que, para un periodo tan corto, es altísima.

Como punto de partida, recordemos la diferencia entre la Fed Funds Rate y la tasa del bono del tesoro a 10 años. La primera es la tasa para préstamos interbancarios de un día para el otro y que funciona como tasa de referencia o “piso” para el resto de los emisores de deuda. En ella intercede la Reserva Federal (Banco Central en EEUU), y es la famosa tasa que vienen subiendo desde diciembre del 2015 y que hoy se encuentra en 1.25-1.5%. Se utiliza como herramienta para mantener los objetivos de la Fed en su target: moderar los ciclos económicos, mantener la inflación, alcanzar el pleno empleo y contribuir al crecimiento económico.

 

Luego, está la tasa del bono del tesoro americano. Existe un mecanismo de transmisión que hace que esta suba de tasas de referencia arrastre al resto de ellas, como la del bono del tesoro. Pero no es algo automático, sino que depende de la oferta y demanda propia del mercado, y de las expectativas de inflación.

 

Durante la mayor parte del 2017, si bien las tasas de referencia subieron, esto no se traspasó a la tasa del bono a 10 años, en parte porque la inflación no despegaba. Recién hacia fines de diciembre se aceleró la escalada con la suba que muestro en el gráfico anterior. Esto vino de la mano del aumento en las expectativas de inflación en EEUU, luego de la última reunión presidida por Janet Yellen que fue en enero. Esto trajo como consecuencia la caída principalmente de los bonos largos en USA y en el mundo, así como un aumento en la volatilidad de los mercados.

 

 

¿Cómo afecta este escenario a la Argentina?

Los activos argentinos no se salvaron del golpe, y el impacto fue hasta más profundo que en otros países de la región. Vimos caer tanto a la renta fija de largo plazo como a la variable. En este caso se juntaron dos efectos: duración + vulnerabilidades propias de la economía argentina que quedaron en evidencia. El primero de ellos refiere a la sensibilidad de los precios de los bonos ante movimientos en la tasa de interés, afectando principalmente a los bonos con vencimiento más largo. Esto es algo que impactó en todos los bonos a nivel mundial.

 

Yendo al segundo punto, ¿cuál es la principal vulnerabilidad de la economía argentina? Estamos inmersos en un escenario de déficit fiscal donde existen dos formas de financiarlo: a través de emisión monetaria o con la emisión de deuda externa. El gobierno anterior optó por la primera alternativa, lo que nos dejó en la situación inflacionaria complicada que tuvo y tiene que enfrentar la nueva dirigencia. Por el contrario, la actual forma de financiarlo es a través de la emisión de deuda externa. Esto genera una dependencia que es completamente dañina en momentos como estos, porque la tasa del bono del tesoro americano es un “piso” sobre el que se calcula el riesgo de cada país. Y si el piso se eleva, el costo del endeudamiento también. Ahí se nos complica la existencia porque tenemos que salir a pedir plata prestada a precios más caros.

 

Por otro lado, la devaluación del peso argentino que vivimos en los últimos dos meses dificulta el panorama a la hora de evaluar la capacidad de repago de deuda en dólares. En pocas palabras, ahora necesitamos más pesos para saldar la misma deuda en moneda dura. Esto hace que seamos menos confiables como emisores.

 

 

Como conclusión, en este último tiempo quedó en evidencia la elevada exposición del mercado argentino a los shocks externos. Los únicos bonos en los que el impacto fue limitado fueron los de vencimiento corto. Vivimos un 2017 con el mercado local de fiesta, pero en la vida nada es gratis y en algún momento nos toca pagar la cuenta.

 

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