Escrito por Daniela Wechselblatt, CFA – Columna para Perfil
La pregunta que todos nos seguimos haciendo día a día es: ¿la Argentina tiene esperanza?
Tanto la economía real como el mercado financiero están sufriendo un desgaste cada vez mayor. Muchos inversores que apostaron a los bonos argentinos después del blanqueo siguen esperando el momento “menos malo” para salir. Entendemos de esta forma que por lo pronto el potencial de suba de los papeles de deuda es muy reducido, ya que si esto ocurre, habrá una masa de jugadores del mercado que empuje el precio nuevamente a la baja.
Ahora, más que mirar el precio en la pantalla diariamente con frenetismo, lo que conviene es repasar las variables macroeconómicas críticas y tener en claro los problemas a resolver:
- Inestabilidad cambiaria
Que haya volatilidad extrema en el tipo de cambio perjudica el funcionamiento de cualquier economía. Impide la planificación y los esfuerzos se concentran en la supervivencia. Imaginemos a los importadores tratando de tener algo de previsibilidad para cuando les toque hacer frente a sus pagos en dólares, los exportadores especulando con cuándo liquidar los ingresos, quienes iban a tomar un crédito para la compra de una vivienda que ya no lo hacen, y aún peor, quienes ya lo tomaron y ahora no saben cómo pagarlo. En estos días y con la nueva formula del Central, el tipo de cambio parece estar un poco más estable pero el costo es muy elevado. ¿Por cuánto tiempo serán sostenibles las tasas de Leliq con un rendimiento que supera el 70%? Por otro lado, la suba de tasas de interés en EEUU sigue siendo un obstáculo en el sinuoso camino.
- Recesión
Estas tasas tan elevadas nos llevan al segundo problema que es el freno de la actividad económica. Secar la plaza de pesos manteniendo tasas de interés tan elevadas hace que los créditos para el sector productivo se vuelvan inaccesibles y haya escasez de liquidez, aumentando los riesgos de cesación de pagos de corto plazo para las compañías. Los sectores más perjudicados son los del consumo y la construcción, típicamente cíclicos.
La calificadora de riesgo Fitch aumentó la cantidad de compañías locales con outlook negativo. Ahora el 30% tienen perspectivas negativas frente al 12% en el 2017.
Fuente: Fitch
A continuación podemos ver las estimaciones de la calificadora para las variables macroeconómicas:
En un escenario optimista pronostican un cierre del 2018 con un crecimiento del -2,5%, inflación del 42%, tipo de cambio a 41,3; y en el pesimista de -3.4%, 48% y 48,6 respectivamente.
- Incertidumbre y falta de confianza
La crisis de confianza que comenzó el 28D ya lleva 10 meses y sólo desde junio ya tuvimos un desfile de 3 presidentes diferentes del Banco Central. Quien tiene que tomar la decisión de prestarle dinero a este país lo pensará varias veces.
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¿Hay luz al final del túnel?
Sí hay, veamos de donde viene:
. El agro: el salvavidas más grande viene del lado de variables sobre las que se tiene poco control y estas son las relacionadas al sector del agro. Depende en gran medida del clima y de la expectativa de que los aranceles que impuso China a EEUU sobre la soja impulsen las ventas de países como Brasil y Argentina.
. Vaca Muerta: debemos seguir rezando que vengan inversiones y que se mantenga el precio del barril en niveles que permitan que la producción en esta zona sea rentable.
. Capacidad de adaptación a la crisis de empresas argentinas: la cintura que tienen por nuestro historial económico es única e inigualable. Los directivos ya tienen un entrenamiento para enfrentar situaciones de estrés económico envidiable por cualquier management de compañías del exterior. Por otro lado, el traslado a precios de la devaluación hasta ahora fue parcial ayudando a que lentamente se gane competitividad.
. Préstamo del FMI: garantiza el pago de obligaciones de corto plazo pero como contrapartida impone condiciones severas. Entre ellas se encuentran los fuertes límites en la política monetaria que puede llevar a cabo el Banco Central y la suba de encajes.
La ventana de tiempo para que el país pueda retomar el rumbo y salir de la tormenta es corta, y es allí donde está el principal problema. El financiamiento del FMI nos cubre las necesidades en el extremo corto plazo y antes de que nos suelten la mano el país tuvo que haber podido llegar al déficit primario cero y a reconquistar a los inversores para que finalmente nos vuelvan a abrir el crédito. Teóricamente esto tiene que ocurrir antes del 2020.
Hoy en día los bonos argentinos no parecen reflejar el riesgo real que tenemos, se debería diferenciar un salto más pronunciado en el rendimiento de los bonos con vencimientos a partir de ese año. Por el momento lo único que podemos decir es: ojalá lo logremos.
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